En los últimos años la evolución del transporte marítimo se ha caracterizado por una lucha obsesiva por el aumento de capacidades y la cuota de mercado en un contexto de exceso de oferta, lo que ha llevado a una caída de precios de tal importancia que cuestiona la viabilidad de las navieras.
En este contexto,
no se explica la lógica de los contínuos encargos de nuevos y más grandes
buques, iniciada por Maersk con los “triple E”, dando, sin embargo, por supuesta la solvencia de las
navieras, quizás por aquello del “too big to fail”.
Y de golpe la
insolvencia de Hanjin, pone en entredicho uno de los pilares de la globalización, que es el
transporte marítimo.
Los conocimientos de embarque emitidos por la compañía podrían convertirse en poco menos que papel mojado,
poniendo en dificultades el suministro de materias a miles de empresas en todo
el mundo.
El conocimiento
de embarque, piedra angular del sistema que ha permitido desde hace siglos el
desarrollo del comercio internacional, ve cuestionada su credibilidad, que le
otorgaba supuesta solvencia del naviero, base de las operaciones con crédito
documentario.
Es urgente
encontrar soluciones a una situación que tiene demasiadas similitudes con
Lehman Brothers.
Ahora más que nunca
debe tomarse seriamente en consideración la solvencia profesional y financiera
de los operadores en el mercado, y es una buena ocasión para revisar los
criterios de selección de proveedores, que a menudo solamente han sido capaces
de evaluar la variable del precio sin tener en cuenta los elementos
cualitativos de la oferta.
Xavier Lluch
Hans Freixas
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